Esta tarde, Maite y yo nos hemos tirado en el sofá a ver esta película. Curioso título, ¿verdad?. Traducido literalmente sería algo así: Eterno Resplandor de una Mente Inmaculada / sin Recuerdos. Como ya sabemos, en España somos más originales aún en cuanto a cambiar los títulos, así que aquí es conocida como: Olvídate de Mí.
Viéndola me ha venido a la mente las veces que me hubiese gustado ir a ver al doctor Howard Mierzwiak para que eliminase de mi mente algunos recuerdos.
A veces, la vida te da segundas oportunidades, pocas, pero las da.
A veces, no sabemos aprovecharlas.
Yo estoy viviendo la mía y hasta ayer no supe verla.
He pensado pedir disculpas ahora ya que nunca más las volveré a pedir, ya que sé que mientras viva nada me justifica porque yo mismo me lo impido.
Que me disculpe la coincidencia por llamarla necesidad.
Que me disculpe la necesidad, si a pesar de ello me equivoco.
Que me disculpe el tiempo por el mucho mundo pasado por alto a cada segundo.
Que me disculpe el árbol talado por las cuatro patas de la mesa.
Que me disculpen las grandes preguntas por las pequeñas respuestas.
Que me disculpen mis viejos amores, si es que alguna vez los tuve, por considerar al actual el primero, el único y el verdadero.
Que me perdone todo por no poder estar en todas partes.
Que me perdonen todos por no saber ser cada uno de ellos.
Que no se enfade la felicidad por considerarla mía.
Perdonadme, guerras lejanas, por traer flores a casa.
Perdonadme, heridas abiertas, por pincharme en el dedo.
Perdonadme, desiertos, por no correr con una cuchara de agua.
Verdad, no me prestes demasiada atención.
Habla, no me tomes a mal que tome prestadas palabras patéticas y que me esfuerce después para que parezcan ligeras.
Os presento a mi hermano pequeño.
